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Procrastinamos, sin querer, sin ser conscientes. O siendo muy conscientes de ello. La procrastinación engancha, la dopamina se distribuye con una alegría que ya quisiéramos a la hora de hacer ejercicio.

Nos quedan apenas cuatro meses para acabar el año. Quieres saber cómo dejar de procrastinar y sobre todo ¿por qué lo hacemos? No te pierdas lo que viene a continuación.

Antes de nada, como siempre, te dejo el episodio en Spotify y en el resto de plataformas: Podimo, Spreaker, Ivoox, Google Podcast, Apple PodcastYoutube.

Además, te recuerdo: este post es un resumen de todo el contenido que doy en el episodio. Ahí doy mucho, mucho más de lo que hay aquí.

Empezamos septiembre y en esta ocasión no voy a hablar de tecnología. Hoy voy a hablar de la procrastinación. Si te interesa saber por qué tenemos esta tendencia a dejar las cosas para luego y cómo vencer esta pereza: atento a este episodio.

Empezamos septiembre, el mes del reinicio. Nos coge después del verano, del mes de agosto en el que parece que todo se para en este país. Llega septiembre y los niños empiezan al cole, las librerías se llenan de libros, agendas,… Y ahí estamos, ya frente a la agenda de 2022, porque sí, ya solo quedan cuatro meses para acabar el año. Respira. Dejemos la ansiedad a un lado…

¿Cómo van los objetivos y las metas que te propusiste? ¿Has ido cumpliendo cosas mes a mes? ¿Trimestre a trimestre? ¿Si? Pues genial, me alegro muchísimo, la verdad. Si no es así, es normal. Pero ahora pregúntate ¿cuántos de estos objetivos no te los has boicoteado tú mismo? ¿Te has parado a pensarlo? Si no lo has hecho, hazlo ahora. Reflexiona. Vete a dar un paseo, oxigénate y reflexiona: ¿Cuánto hay en mí que me está parando de obtener este resultado?

Me voy a poner de ejemplo a mí misma: mi lista de objetivos se ha ido al carajo en agosto. Compruebo mi agenda y veo que al lado de “objetivos de la semana 2 de agosto” aparece una parada total hasta la semana del 16 de agosto. ¿Cuánto me he autosaboteado? Pues bastante más de lo que me gustaría reconocer. Y llegamos a la procrastinación.

Qué es la procrastinación

Dicen en el New York Times (lo tienes en las notas del final) que la procrastinación está relacionada con los estados de ánimo. Y la verdad es que eso tiene mucho sentido. Dejamos para luego de forma inconsciente, tareas que nos hacen sentir mal en ese momento y las sustituimos por cosas más sencillas que nos dan gratificación instantánea.

En mi caso sé que es así porque me pongo a hacer trabajo fácil y cuando no me queda más remedio, me pongo con las tareas pesadas. Pongo lo fácil por delante de lo difícil, aún sabiendo que esas tareas difíciles tendrán una repercusión en mi estado de salud y de ánimo a largo plazo que ahora mismo no puedo percibir.

Ante una tarea desagradable, el sistema límbico (que se encarga del placer) y la corteza prefrontal (que es la de la planificación), se pelean. Si gana la segunda, hacemos la tarea, si gana el primero, postergamos y lo cambiamos por algo que nos de placer.

Tenemos que ser extremadamente conscientes de esto, porque la procrastinación engancha. Sabemos que lo hacemos mal, nos sentimos culpables, pero lo seguimos haciendo. Hay muchas razones por las que nos da pereza, no me voy a meter ahora con ellas, os las dejo en las notas del final. Pero una de ellas puede ser la perfección.

Vale, aún nos quedan cuatro meses para acabar el año, uno para acabar el trimestre. Aún tenemos tiempo. Porque, como ya os he dicho otras veces, tendemos a subestimar lo que hacemos a corto plazo y a sobreestimar lo que hacemos a largo.

Qué debemos hacer para dejar de procrastinar

Lo primero que hay que hacer es detectar tu patrón: por qué te da pereza esto. ¿Es una tarea pesada? ¿Aburrida? ¿Difícil? ¿Quieres que quede perfecta y evitas inconscientemente el momento de empezar porque sabes que no vas a lograr esa perfección?

Una vez hayas encontrado el motivo, busca una recompensa en esa tarea que sea mucho más interesante que evadir el problema. Esa recompensa tenla delante de ti. Escríbela en el espejo, en tu móvil, donde sea, pero que le quede claro a tu cerebro.

Sé consciente de que es un problema emocional, no es que seas vago, no es que busques excusas, no es que trabajes mejor bajo presión. Es un problema emocional.

Obsérvate. Por lo general, la energía que tienes a primera hora es mucho mayor que la que tienes después de comer. Aprovecha entonces a dejar para después de comer ese libro que tienes pendiente, o meditar, o salir a pasear. Trata de hacer las tareas más pesadas en el momento en que tengas el pico de energía más alto, si puedes, claro.

Métodos

Hay un truco que dice que si no estás trabajando en eso que tienes que hacer, no puedes hacer nada más: te paras, te congelas. Nada de navegar. Nada de quitar la ropa del tendedero. STOP.

Otra opción es convertir esa tarea en algo urgente. Algo que hay que hacer ya y que no se pueda demorar.

Otra idea: planifica tu horario dejando huecos para respirar, y si puedes, si eres dueño de ese tiempo, practica el time blocking, pero de verdad. Comprométete a hacerlo.

El truco que a mí mejor me funciona y siempre recomiendo es el de “me pongo 5 minutos”. Me pongo 5 minutos, y ya no me levanto hasta que no acabo esa tarea. Nos cuesta arrancar pero nos cuesta más parar.

En resumen: obsérvate, aprende y vuelve a empezar. Al final, la vida es caerse y levantarse las veces que sea necesario, ¿verdad?

Notas:

The New York Times – Procrastinar no es un asunto de holgazanería, sino de manejo de las emociones

Por qué procrastinamos

Beat the blerch

The terrible and wonderful reasons why I run long distances

Libros:

Cómo fracasar en casi todo y aún así triunfar

Hábitos atómicos: cambios pequeños, resultados extraordinarios

Espero que el post y el capítulo te hayan resultado interesantes y si quieres saber más o necesitas ayuda, ya sabes dónde estoy.

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