En este episodio abordaré, ya, por fin, qué es un NFT, qué relación tiene con las criptomonedas, qué son los tokens y cómo se relacionan con esto… Y todo está relacionado con blockchain (episodio «Blockchain: qué es y cómo funciona») y contratos inteligentes (episodio «Smart contracts o contratos inteligentes»).
Espero que os quede claro qué es un NFT y cómo funcionan, cómo es posible que se estén vendiendo a chorrón y qué utilidades podría tener esta tecnología en el futuro.
Antes de nada, como siempre, te dejo el episodio en Spotify y en el resto de plataformas: Podimo, Spreaker, Ivoox, Google Podcast, Apple Podcast y Youtube.
Además, te recuerdo: este post es un resumen de todo el contenido que doy en el episodio. Ahí doy mucho, mucho más de lo que hay aquí.
En el anterior episodio tomamos contacto con los contratos inteligentes y te hablé de una forma de “pago” con la que pueden vincularse estos contratos.
Además de pagar mediante una moneda normal y corriente, euros, dólares o monedas virtuales, está la posibilidad de pagar con los tokens que no son más que fichas, activos digitales, que van unidos a un valor y que son generados por nuestra empresa o nuestro proyecto o incluso puede ser un proyecto ajeno. Te decía que está la opción de comprar tokens para obtener beneficios sobre nuestro producto o servicio. En el mundo físico, son los cupones de descuento o tickets regalos que hay en cientos de establecimientos.
Qué es NFT
Pues bien, voy a explicarte ahora qué es un NFT en castellano, quiere decir, non fungible token. O activo digital no desgastable. Vamos a tirar de RAE y definir fungible como algo que se desgasta con el uso. El dinero, es un activo fungible. Un escritorio, una silla, son bienes fungibles. Según lo vamos usando, se desgasta.
Entonces un NFT es algo, que de base, no se desgasta con el uso. Entrando aún más en harina, un NFT se define como un registro en una red de blockchain que a su vez, está asociado a algo digital. Ese algo digital, pueden ser imágenes, código, o sea, programas, textos digitales, vídeos…
Es decir, tenemos un sistema (blockchain y en concreto la red Ethereum) que permite programar algo (contratos inteligentes) de forma que queda unívocamente unido a por ejemplo, una imagen. ¿Cómo sabemos que están unívocamente unidos? Porque está programado en la cadena de bloques. Y si recuerdas, en el primer episodio te contaba que lo que se subía a blockchain era casi imposible de falsificar ni modificar porque para cambiar ese registro hay que cambiar todos los demás, usando algoritmos que, si bien no son irrompibles, son MUY difíciles de quebrar.
Vamos un paso más allá. Esos registros, esos NFT’s, contienen información sobre el propio archivo. Al ser posible programarlos puedes hacer, por ejemplo, que cada vez que se vende ese activo, el creador, el programador, recibe una comisión por venta.
Ejemplo básico: supongamos que tenemos una colección de cromos y cada vez que hay un intercambio de cromos, el creador se lleva una comisión. Eso sería un NFT si fuera digital y estuviera programado en blockchain. ¿Entiendes por dónde voy? Basta crear algo digital, asociarlo a un registro en una red de blockchain (repito, Ethereum) y programarlo de forma que si algo ocurre con ello, tú te lleves dinero.
Implicaciones
Ahora, ¿por qué hay tanto revuelo con esto? Porque es la primera vez que a los creadores digitales SE LES ESTÁ REMUNERANDO por su trabajo. Llámalo trabajo, ¿ok? Sí, para alguien igual es una chorrada pero también lo eran los youtubers hace años y mira, un trabajo como otro cualquiera con su cotización de autónomos. Como otro cualquiera no, pero ya sabes qué quiero decir. ES un trabajo.
Hasta hace nada, si un creador de contenido digital (cualquiera que tuitee medio bien, lo es) o un artista que hacía obras en su ordenador, tenía la capacidad de subirlo pero… por lo general, nadie te pagaba por ello.
Hemos usado y reído mil veces con cientos de memes o gifs sin tener que pagar por ellos, ¿verdad?
Ahora, ¿qué pasaría si cada vez que usáramos uno de esos memes se pagara una comisión al creador? Que estaríamos remunerando de verdad a su creador.
Al no ser físico, tenemos tendencia a pensar que NO es real… es digital, son ceros y unos, impulsos magnéticos, pero son reales… Y precisamente por eso, son fácilmente copiables.
Un ejemplo
Imaginemos (estoy muy imaginativa hoy, lo sé) que tienes a un amigo que crea un cuadro digital. Nadie te impide copiarlo y pegarlo. Que se lo digan, por ejemplo, a Juan Ramos (no es pariente) autor de fotografías que acabaron a la venta en Leroy Merlín sin que nadie le diera un duro… Bueno, es que ni le pidieron permiso. Se sorprendió cuando los vio allí delante de sus narices al entrar en una tienda…
El copiar y pegar donde me plazca está a la orden del día en Internet, todo el mundo lo sabe… SI ESTÁ EN INTERNET ES GRATIS. Dejamos para otro día este tema, ¿ok?
Como te decía, tu amigo crea un cuadro que no está en formato físico, sólo en un archivo. Ahora y gracias a bockchain, podría unir ese cuadro de forma unívoca a su autor. Esa pieza, por tanto estará siempre vinculada a su creador. A su autor. Gracias a blockchain se ha creado un certificado de autenticidad. Con esta tecnología te estás asegurando que tu firma siempre estará en tu obra. Así de sencillo.
Pero aún hay más, falta la parte del intercambio y de la compra. Y ahí entra la programación que te contaba antes.
Supongamos que tu amigo crea y tokeniza su cuadro digital. Y además le mete algo de programación, de forma que, cada vez que su cuadro se venda él se lleva un 5% de comisión. Ahora, sólo tiene que subirlo a una galería (o plataforma, más bien) de arte digital. Chimpun.
¿Lo puede hacer cualquiera? Prácticamente. Hay gente que está vendiendo sus memes. Hay dos memes que ya han sido vendidos por su creador por cantidades astronómicas. Otros están vendiendo dibujos de sus hijos.
Otras aplicaciones
Pero esto no sólo aplica a cuadros o arte digital.
Jack Dorsey el creador de Twitter puso a la venta su primer tuit. Y acabó con 3 millones de dólares en los bolsillos.
Aplica a videojuegos. Puedes comprar unas zapatillas Gucci virtuales para tu personaje en, no sé, digamos Los Sims. El que haya creado esas zapatillas (lo lógico sería que fuera Gucci) puede haberle metido programación de forma que cada vez que se pongan las zapatillas, reciban una comisión.
Si conoces Fortnite sabes que puedes comprar armas mejores o bailes para tu personaje. Si alguien crea un arma súper especial y la “convierte” en NFT puedes acabar pujando en alguna plataforma para obtenerla… de la misma manera que ahora pujamos por cuadros, revistas o cualquier elemento coleccionable y revalorizable con el tiempo.
Otro ejemplo: En todos los eventos tenemos las entradas digitales, que por lo general es un código Bidi o de barras. En ningún momento, tienes la confianza de que esa entrada es original. Supones que es original porque la has comprado y te la han enviado al correo pero todos sabemos lo vulnerable que son ambas cosas… Hasta el punto que si te roban el PDF del correo y alguien la usa antes, ya no puedes usarla tú…
Ahora pueden certificarse que esas entradas son únicas, originales e intransferibles. Porque no se enviarán a tu correo, se enviarán a tu billetera, que es una dirección de internet, un monedero virtual donde tú o yo, estamos asociados de nuevo de forma unívoca con una dirección (un chorrazo de números y letras) de internet. En los billeteros, es donde se almacenan las criptomonedas y dentro de poco, podremos almacenar también este tipo de tokens.
Dicho esto, te he dejado en las notas del podcast un montón (pero un montón) de información al respecto. Puede haber cientos de aplicaciones, tantas como al programador o creador se le ocurra.
Notas:
El negocio de los tokens no fungibles
Los activos digitales que están cambiando el coleccionismo