Hoy no os voy a soltar nada sobre tecnología. Sí que voy a contar un poco, por qué y para qué doy este paso aunque está también explicado en la página Sobre mí
Hace días que le vengo dando vueltas a este asunto y como en otras ocasiones, al final, como mejor me sale todo es por escrito así que ahí va.
¿Por qué emprendo?
Pues si soy fiel a la verdad, a toro pasado y echando un vistazo a mi vida, lo que no entiendo es qué hacía yo dentro de una empresa, o varias, durante tanto tiempo.
Emprender siempre estuvo dentro de mí. Recuerdo una conversación con mi hermano a eso de los 8/9 años donde le soltaba una sentencia tal que así: cuando tenga 23 años tendré una empresa.
Ni a los 23 ni a los 30… a los 40.
Los estudios, la carrera, la primera empresa, los primeros trabajos… lo que en determinados círculos se llama zona de confort y en otros, o en los mismos, la rueda del hámster.
Te metes en un círculo que te empeñas en seguir.
Hace poco, escuchaba un podcast donde una coach comentaba que la vida te va dando pistas para hacer que te despiertes y descubras que eso no es lo que vienes a hacer aquí. Y cuando no le haces caso las veces que te llama la atención, llega en forma de drama.
En mi caso, mirando para atrás, parece totalmente cierto.
La semilla del emprendimiento siempre ha estado ahí, desde hace tiempo, muchos años. En determinado momento, hace cuatro años, vuelve (porque se había ido por un tiempo) el malestar… es una molestia que hace no ya no te lo pases bien en tu trabajo, es complicado definirlo pero seguro que algunos veis por dónde voy. Hay algo… algo que hace que tú ya no pertenezcas a esa comunidad, a esa empresa. Algo que empieza a removerse.
Hay algo que no está bien
En mi caso ocurrió en una época de cambios. El viernes estaba todo bien… y el lunes siguiente, rompo a llorar mientras me subo los pantalones apoyada contra la pared de la habitación.
Pasé por el psicólogo. Síndrome de burnout. Síndrome del quemado. No me sentía reconocida en mi trabajo ni en ningún otro ámbito de mi vida, quería irme. Dejarlo todo. Huir.
A finales de ese año, la vida me daba una hostia aún más grande. Mi padre fallecía a 6 meses de cumplir los 65 años. Albañil, toda la vida en la misma empresa, su objetivo, su fecha de fin, su fecha de inicio de vida… los 65.
Y me vi a mi misma diciendo, literalmente, hostia tú… que igual no llegas.
Mi padre fallecía en Diciembre y mi carta de baja estaba en la mesa de mis jefes en Enero.
Mejor, digamos para qué emprender
A partir de ahí me lancé a los brazos del emprendimiento, vale, primero descansé, puse en orden mis prioridades y decidí que yo no quería luchar contra los clientes. Esa es la sensación que me estaba matando… Luchar contra los clientes.
Yo quería apoyarles. Levantarles, hacer crecer sus proyectos. Ayudarles. Como siempre me ha gustado hacer.
Después de un intenso curso de autoconocimiento, encontré mi para qué.
Para ayudar.
Apoyar.
Sumar.
Era bien sencillo, siempre había estado ahí.
Todos mis años en empresa me han servido. Me han enseñado cómo tratar con personas de todo tipo. Tengo además, una capacidad innata para ver qué ocurre en las empresas o en los entornos donde me incorporo. Y tengo una capacidad brutal para liarla. 🙂
Liarla en el buen sentido, en el sentido de hacer mejor las cosas.
Este autoconocimiento me ha ayudado en todo momento a saber por dónde dirigir mi emprendimiento. Qué hacer, qué no hacer, cuáles son mis valores.
Entonces, ¿la solución es emprender?
No. Quizás la solución hubiera sido un cambio de trabajo. Otra empresa. En mi caso no valía, por lo que os he dicho ahí arriba… Yo quería montar una empresa.
Siendo sinceros, emprender no es fácil. No es para todo el mundo.
Además de los problemas económicos (España es diferente, ya sabéis) sumamos otro buen montón de problemas. Empezando por nosotros mismos y nuestra mentalidad. Nuestra capacidad de creérnoslo.
No es nada fácil. Y no tiene por qué ser para todo el mundo.
Un día te lo crees, al día siguiente estás hundido, luego te recuperas, vuelves a pensar que todo irá bien, aparece un problema y otro… y te sientes sólo. Muy sólo.
O tienes de repente un problema con tus socios, la gente cambia, quizás en un primer momento todo iba bien y ahora es todo una mierda. Es normal. ¡Cambiamos!
Mal estaría la cosa si no lo hiciéramos. El ser humano busca evolucionar, puede que de una forma que ni te imagines. Quizá no es emprender lo que necesitas, quizás es un cambio de aires, un nuevo trabajo…
Consejo desde dentro
El único consejo que puedo dar en esto del emprendimiento es que hay que aprender. Es fundamental aprender.
De otros y de ti mismo. Aprender lo que va bien y lo que no. Cuál es la mejor forma de validar que tu negocio funciona. Aprender de finanzas, de comunicación, de marketing. A saco.
Y desaprender. Desaprender implica liberarte de ideas preconcebidas, de restricciones, de límites. Desaprender de lo que nos han dicho en la escuela y en la universidad y sí, reaprenderlo todo de nuevo.
En mi caso aproveché todo lo que pude la semana que nos daban la formación en el concurso Eureka. Fue un máster en toda regla. Así que aunque no tengas una idea clara, puedes presentarte a este concurso. Te aseguro que aunque no te presentes, merecerá muchísimo la pena. Los ayuntamientos suelen tener este tipo de cursos a disposición de todo el mundo. Por no hablar de plataformas MOOC como Coursera, Miriada X…
Justo esta semana que viene aparece En unos días tenemos Woha-up. Un evento donde podrás aprender de los mejores, así que, si algo de lo que te he contado te ha hecho clic, o en algún punto has dicho: ay… esto me suena…
Hazme caso y no te lo pierdas. Aprenderás a saco y validarás tu idea de negocio. Y si no la tienes, no pasa nada, saldrás con las ideas mucho más claras para cuando te llegue el momento.
No te lo puedes perder.